Escribí este texto en la antigua versión del blog el 1 de Agosto del 2014 a las 10:44, hace casi 10 años. Lo rescate del archivo y vuelvo a publicar aquí con minimas correcciones de estilo.
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Todo esto ha pasado antes y volverá a pasar.
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La cultura hacker es meritocracia. El respeto se gana por el código que funciona. El hacker, el verdadero, no tolera al tonto, no pierde el tiempo. Busca los proyectos interesantes, busca el reto intelectual. Se queda hasta tarde porque quiere las cosas funcionando, su ética lo obliga, su curiosidad lo impulsa.
No asiste a cada evento posible. ¿Por qué debo ir si mi código me da retos interesantes? ¿Por qué debo escuchar consejos de gente que no crea interfaces? ¿Qué hago en este proyecto sin dirección? ¿Por qué tengo que llevar corbata, carajo?!
El término hacker está devaluándose. Tantos hackers y tan pocos ejemplos de hacking. El hacker es. El hacker no es solo programador, también diseña, también analiza. El mapa no es el territorio. El hacker piensa en soluciones.
No es un payaso.
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Jugadores de clase B no contratan jugadores de clase A. No buscan la calidad, buscan su permanencia, el cheque al final del mes. Nunca contratarán a alguien con mejores habilidades. Este fenómeno resalta cuando el jugador de clase B asciende en la escala corporativa. Se vuelve un jefe de clase B que contrata jugadores de clase C. El principio de Dilbert es una mentira, las cosas empeoran.
La explosión de payasos comienza.
Cuando los payasos abundan, el talento se va. Recuerde, los jugadores de clase A quieren jugar con jugadores de clase A. El dinero no los va a retener. Esta es una realidad empresarial.
¿Cómo contratan gente en tu empresa? ¿Los programadores hacen una prueba de código? ¿Se puede ser jefe de desarrollo sin saber programar? ¿El diseñador entiende el negocio para el que diseña?
¿Qué vas a medir, practicante imberbe, con Google Analytics?
La explosión de payasos arrasa.
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Diseño sin método es jugar al artista. Programación sin especificaciones es una mentira cruel. Proyecto sin conocer al usuario es una fantasía.
La explosión de los payasos avanza, gerencia a gerencia.
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- ¿Cuál es el estado del proyecto?
- Mira el cuadro Gantt.
Es tarde, la explosión ya ocurrió.
- ¿Cuál es el estado del proyecto?
- Estamos probando el prototipo para saber el verdadero estado.
La fumigación de payasos inicia.
- ¿Cuál es el estado del proyecto?
- La aplicación funciona, tenemos las pruebas.
Los payasos no pasarán.
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Cuando las empresas no apuestan por el talento, implosionan. ¿De dónde van a venir las buenas ideas? Los payasos no son creativos por naturaleza. Recuerde, buscan su permanencia, no la calidad. Este peso improductivo cuesta dinero. Traer gente talentosa no es para que esté tranquila. El jugador de clase A quiere la valla alta. También necesita libertad para experimentar y contar con la confianza para arriesgar.
No es solo el conocimiento, es la actitud. Contrate pensando en eso.
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En estructuras corporativas, las excusas en forma de cadenas de email son comunes. Pero el problema sigue allí.
El jugador de clase A soluciona. El hacker no tiene el corazón quieto. Discutan ustedes, aquí estamos subiendo las correcciones.
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No me importa que funcione en tu máquina, no estamos vendiendo tu maldita máquina. Comprender el negocio es clave. Los de clase A entienden, los de clase B se excusan. Recuerde, la actitud es la clave. Los de clase A modifican su entorno laboral para el progreso.
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Diseño, por lo tanto existo.
Programo, por lo tanto soy.
Soluciono, eres de clase A.